El silencio en la lagaña
aturdido por la vigilia.
La ventana sigue ahí.
Una esquina del muro, abierta,
mira a mi paisaje interior
de pared rugosa y blanca.
Por la hendidura entra
un eco de luz,
un grito sordo de urbe,
un enigma de cielo,
una deshora de confesión
poética.
aturdido por la vigilia.
La ventana sigue ahí.
Una esquina del muro, abierta,
mira a mi paisaje interior
de pared rugosa y blanca.
Por la hendidura entra
un eco de luz,
un grito sordo de urbe,
un enigma de cielo,
una deshora de confesión
poética.