miércoles, 1 de abril de 2009

S.O.S. (08.02)


Final de juego
No quiere decir
Final del fuego;
Que ahora será más lento,
Tal vez menos intenso,
Tal vez todo lo contrario.

Lo seguro: Caduca el juego
Para escribir la realidad; La cotidianidad.

Y no tiene que dejar de jugarse;
Solo introducir ingredientes nuevos.
Apostar, arriesgar, creer.

El concepto de perennidad, De trascendencia;
Ese puede ser el prólogo.

Las hojas amarillas hablarán;
Como ya habla el fuego que no termina,
O como se vislumbra en la sed que no se agota;
El vínculo que no se deshace; El idilio que no se extirpa.

Falta lo mejor.
El umbral de la entrega,
Como una soga al cuello,
Aprieta pero no ahorca.

Confianza.
Solo estás pidiendo más De lo que libremente te fue ofrendado.

Sino peleamos por lo que acaricia el alma;

Efímera y pasajera ave de regalos dorados;
Tan dulce y tan vivificante;
Hermosa doncella escurridiza;
¿Será eterna la necesidad de su fugaz visita?

Sino peleamos por ella;
Si no es a ella a quien anhelamos, Que no se vuelva el aire viciado y pueril,
Si no es por ella ¿para qué respiramos?

Cavilaciones desde la ventana

No nos tocó la guerra.
Nos tocó la ignorancia o la indiferencia. La memoria de los otros, no es nuestra; pero acecha. Nos llegaron libros, fotos, historias, estadísticas, pero no su experiencia; inobjetable colofón de los enigmas, donde atestiguan las causas y los efectos. Esto es lo que expande; donde cobran vida el azúcar, la sal, una miga de pan, una noche abrigada...