martes, 16 de noviembre de 2010

CONCLUSIÓN

Huí del bosque donde se adormece tu sombra.
Me fui del tiempo donde nadie está.

Cuidé la vida con sus ojos claros;
Y su duende alado que ama en una estrella.

Corté las ramas con nidos donde mece el alboroto,
Y la tragedia musita el destierro.

Al llano me incorporé para aventurar
Que el vértigo, a veces, no es lo mío.

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