Aquí queda el hueco; para mi y para todos.
Es el mismo hueco que festeja, paradójicamente,
la coexistencia, la vida compartida; y que en la memoria fragua,
bendita suerte, el amor incondicional que nos ofrecemos.
Asumiendo que nada será lo mismo, renovarse o morir,
es nuestra sabiduría pendiente con esta vida. Gracias por hoy, es,
en definitiva, la mayor de nuestras certidumbres; al menos la mía.
Te abrazo remotamente.
En el confín de la lucidez y la libertad, estarás siempre
para recordarme empíricamente, lo que es amar con la verdad;
con todas nuestras humanas imprudencias y limitaciones.
Ahí queda la tierra azul... donde sé que puedo encontrarte.
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ResponderEliminarAlineaciones incomprensibles incluso a mi soberbia intelectual hacen que pueda conocer un amigo a millones de kilómetros cuando crecimos a 200 metros. Enhorabuena. Un regalo de los caros.
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