Vuelvo de Buenos Aires y esto es una travesía,
al menos, inquietante...
Escucho un zumbido de plata,
una orilla embarrada, un acorde asonante,
la fatiga de un sol entre bandas siempre enfrentadas.
Inquietante; el silencio de esquinas de ochava gastadas,
carteles dolientes, las calles con manchas,
el imberbe grito de honores en todo, o casi.
Inquietante; la razón del astuto
se junta en un bar de aspirantes,
se junta en un bar de aspirantes,
de brazos y manos y ojos y voz,
de saberse seguros, únicos, importantes;
y nos hizo el destino de humedad,
con la ambigua desidia del que llora y mama,
desde un abrazo de gol, hasta un oprobio de estado.
Inquietante; volver de Buenos Aires,
como si nada se haya ido;
la pasión como un tango, la pujanza de un parto,
la farola que alumbra, la corrientes no duerme;
y nos ama un atlántico,
y nos une un amor de una tierra labrada,
un almacén, gente de barrio;
Inquietante, al menos, saber que es buena,
y también no tanto.
Un tango mas y van....
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